En realidad, no sé si será el último lugar completamente virgen del planeta. En cualquier caso, sigue conservando su
pereza dentro de su absoluta obscuridad, supongo, sepultado debajo de varios kilómetros de hielo de millones de años de antigüedad.
Ahora se anuncia que por fin, un
equipo de investigadores se ha decidido a completar el taladro parado desde hace años, terminar con esas escasas decenas de metros que separaban nuestro mundo de ese entorno
prístino. El objetivo, el análisis de unos nichos ecológicos, de seres vivos prácticamente alienigenas. El riesgo, tremendo.
No solo se trata de que es más que probable que haya
contaminación biológica hacia el ecosistema del lago, incluso catástrofe ecológica, con la consiguiente desaparición de animales y plantas. Recordemos que el efecto se podría
producir incluso a la inversa, desencadenando una epidemia, incluso entre los humanos, sin precedentes. Improbable, dirán estos supuestos científicos que están dispuestos a sacrificar todo por unos cuantos artículos en
Nature, en aras del Conocimiento. Sí, es
improbable, pero ya que la posibilidad existe, el debate y las exigencias deberían haber sido mucho más amplias.
Me recuerda a las misiones espaciales que proponen traer muestras de Marte o de cometas (que se sabe que tienen material
prebiótico). Incluso aquéllas que ya lo han hecho, como la insensatez del
STARDUST. De hecho, los virus y ciertas bacterias terrestres (
extremófilos) pueden medrar en ambientes que nosotros consideramos como hostiles, y las misiones a la Luna han
traído de vuelta elementos patógenos que se han vuelto a activar una vez de regreso al planeta.
No, la garantía de esterilización del vector que penetra y de conservación del sistema que penetra no es completa. Hasta que así sea, deberíamos abstenernos y dejar de tomar parte en estos peligrosos juegos.