Al igual que hace un siglo diferentes grupos y potencias disputaron la carrera por el Polo Sur, que supondría la trágica muerte del capitán Robert Scott y sus compañeros de expedición, Henry Bowers, Edward Wilsom Edgar Evans y Lawrence Oates, en estos momentos asistimos a una desenfrenada búsqueda de privilegios y derechos de explotación en el Polo Norte. Primero fueron Canadá y Rusia, ahora se suma Dinamarca. Son, precisamente, parte de los países firmantes de los acuerdos que en principio deberían servir para garantizar la supervivencia de los frágiles ecosistemas presentes en el Ártico. Justo ahora, cuando el cambio climático parece que implicará la desaparición del casquete polar, haciendo viable la explotación de los inmensos recursos submarinos.
Obviamente, el sistema actual no sirve. Se imponen un nuevo acuerdo multilateral al amparo de las Naciones Unidas que prohiba la explotación comercial de los recursos naturales, al menos sin las debidas garantías y con controles periódicos.
Obviamente, el sistema actual no sirve. Se imponen un nuevo acuerdo multilateral al amparo de las Naciones Unidas que prohiba la explotación comercial de los recursos naturales, al menos sin las debidas garantías y con controles periódicos.
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